
No estamos hablando solo de salarios. Estamos hablando de condiciones dignas, de respeto, de estabilidad, de derechos que costaron décadas de lucha. Derechos que algunos intentan borrar de un plumazo, como si el sudor, el esfuerzo y la historia no valiera nada.
Pero no estamos solos.
La organización sindical es mucho más que un grupo de dirigentes. Es una comunidad que se defiende entre sí. Es un escudo ante el abandono, una voz firme ante la injusticia, una trinchera desde donde se grita lo que otros prefieren callar. Cada afiliado, cada trabajador y cada trabajadora sabe que hay una estructura que los sostiene, que se planta donde hace falta y que no negocia lo innegociable.
Somos la memoria de quienes pelearon antes que nosotros.
Somos la fuerza de los que hoy siguen firmes en sus puestos, y somos el compromiso con los que vendrán.
No estamos aquí para conformarnos, estamos para transformar. Porque sabemos que el trabajo es dignidad, y la dignidad no se arrodilla.
Hoy, más que nunca, la lucha sigue. Y el sindicato está donde tiene que estar: en la calle, en la base, en la acción. Con los pies en la tierra y el corazón en alto.
Porque cuando los derechos están en juego, la respuesta es una sola: lucha, unidad y compromiso.
Tags:
principal